Y pareció que fue un sueño. Reinaste en tu pueblo de Almogía, desbordando majestad y llenando cada uno de sus rincones. Nos llevaste a la gloria y nos emocionaste con tu paso. Almogía rindió homenaje a la excelsa Madre del Santísimo Cristo que, en gloriosa revelación, se hizo presente entre nosotros. Todo se paraba ante tu inefable presencia. Era imposible no estremecerse. Allí no estaba solo la Madre, en su dimensión terrenal, allí estaba la Reina en todo su esplendor sobrenatural, ya que el Padre te concedió el privilegio de no tener que someterte a la muerte física y a la corrupción de la carne. Fuiste elevada en cuerpo y alma, por el papel que te había tocado en el plan divino de redención. El aroma del incienso y de los nardos. El tintineo de las campanillas de la peana y los sones de nuestras Bandas y de los Verdiales. El romero y la cera verde que te precedían. La inmensa gracia que desprendías cuando te alejabas y tu manto dejaba una estela de pureza. Sublime triunfo de la Madre de Dios sobre el pecado.
Gracias siempre, Nuestra Señora, por hacernos merecer ser hijos tuyos.
Y, tras haber vivido unos días intensos e históricos, que quedarán marcados con letras de oro en los anales de nuestra historia, debemos agradecer también a todas aquellas personas que lo han hecho posible.
Por supuesto a todos los hermanos y hermanas de Cristo, por acompañarla en sus Cultos y Procesión, por servirla de distintas formas. Y a todos sus devotos y vecinos de este pueblo de Almogía que también la acompañaron.
A la Junta de Gobierno, encabezada por nuestro Hermano Mayor, por todo el trabajo realizado en los distintos ámbitos.
A nuestro Albacea General y Camareras, y al equipo de Albacería, por la magnificencia del aparato cultual que engrandeció el Solemne Triduo. A nuestro asesor artístico, D. Francisco Naranjo, y al vestidor de Nuestra Señora, D. Francisco Navarro, por el excelente trabajo en los diversos atavíos con los que engrandecieron más, si cabe, la majestad de nuestra Bendita Madre.
Al equipo de liturgia, por todo el trabajo en la preparación del Triduo y a las personas que participaron en la misma. A D. Sergio Garfia y resto de integrantes del grupo de acólitos, por demostrar una vez más el cariño y buen hacer que ponen en el cuidado de la liturgia.
Al coro de hermanas, a nuestras Bandas de Música y a sus directores, por poner sus bellos sones en los Cultos y en la Procesión.
A nuestro hermano D. Manuel Pineda, por su magnífica exaltación.
A todas aquellas personas que ofrendaron a la Santísima Virgen distintos presentes, fruto de su amor y devoción, que aumentarán su ya rico ajuar.
Al Rvdo. P. Fernando Luque, por su tarea como director espiritual de nuestra Hermandad y por su apoyo a la hora de desarrollar estos cultos.
A los Hijos de María y mayordomos, por llevarla al encuentro con su pueblo, portándola con todo el cariño.
A todos los que fueron en representación de las personas del proceso de 1947. Con una mención especial a D. Juan Antonio González, nieto de Dña. Candelaria Arrabal, que por vez primera participó en una procesión de Nuestra Señora.
A la Panda de Verdiales de Los Moras por rendirle tan sentido homenaje, por la vinculación que su advocación de los Dolores tiene con tan valiosa muestra de nuestra cultura como son los Verdiales.
A todas las Hermandades de Málaga que la acompañaron en su caminar.
A todas las personas de otros puntos que vinieron a contemplar su paso.
En definitiva, a todas aquellas personas que contribuyeron a engrandecer tan importantes y emotivos días que hemos tenido la dicha y el honor de vivir en torno a Nuestra Señora de los Dolores.
Que nuestra Bendita Madre los guarde y proteja por siempre en su Inmaculado y Traspasado Corazón.
#DoloresdeAlmogía