Detalle del lienzo realizado por Raúl Berzosa para la beatificación del padre Arnáiz

Numerosos hermanos de la  Hermandad del Santo Cristo de la Vera+Cruz acudieron a la ceremonia de beatificación del padre Tiburcio Arnáiz, fundador de la Asociación de Misioneras de las Doctrinas Rurales, que se celebró ayer, 20 de octubre, con solemnidad vaticana en la S.I. Catedral de Málaga. Asimismo, miembros de su Junta Directiva formaron parte de los numerosos voluntarios que velaron por el buen funcionamiento del solemne acto.

El ceremonial, presidido por el cardenal Angelo Becciu y concelebrado por 15 obispos y 170 sacerdotes, dio comienzo con la monición de entrada tras lo que se procedió al rito de beatificación. Tras la petición del obispo de la Diócesis, Jesús Catalá, y el relato de la vida del jesuita por parte de la postuladora de la Causa, Silvia Correale, llegó el momento en el que el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Giovanni Angelo Becciu, en representación del Papa Francisco, leyó la carta apostólica y pronunció las palabras que todos los devotos del padre Arnáiz, congregados en la Catedral y en sus aledaños, esperaban con devoción: “El venerable siervo de Dios Tiburcio Arnáiz Muñoz de ahora en adelante puede ser llamado beato».

Tras el nombramiento, las reliquias del nuevo beato (un metatarso en un relicario que representa la fachada de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Málaga, donde descansan sus restos) se procesionaron hasta colocarse cerca del altar, donde Becciu las veneró, incensándolas. Así, el rito de beatificación se daba por concluido con el canto del Gloria, mientras volvían a repicar las campanas de todas las iglesias malagueñas.

El nuevo beato, nacido en Valladolid, recaló en Málaga en 1912 y dejó una profunda huella con la labor pastoral que ejerció hasta su muerte en 1926, hasta el punto de ser conocido como el ‘apóstol de Málaga’. El jesuita veló por los maś desfavorecidos y por las zonas rurales de Málaga. 

El Papa Francisco aprobó la beatificación del sacerdote jesuita Tiburcio Arnáiz el pasado 18 de diciembre de 2017. El milagro atribuido a la intercesión del padre Arnáiz fue la curación inexplicable de Manuel Antonio Lucena en junio de 1994, que sufrió un infarto de miocardio y permaneció sin oxígeno durante 10 minutos, sin que tuviera ningún tipo de secuelas.

Elevemos al cielo el himno del padre Arnáiz: Buscad no vuestros intereses, sino los de Jesucristo.

CARTA APOSTÓLICA

Nos, acogiendo el deseo de Nuestro Hermano Jesús Esteban Catalá Ibáñez, Obispo de Málaga, así como de otros muchos hermanos en el Episcopado y de numerosos fieles, después de haber consultado el parecer de la Congregación para las Causas de los Santos, con Nuestra Autoridad Apostólica concedemos que, el Venerable Siervo de Dios TIBURCIO ARNAIZ MUÑOZ, Religioso de la Compañía de Jesús y Fundador de la Obra de las Doctrinas Rurales, que, movido por su gran amor al Corazón de Jesús, con incansable celo apostólico, elevó notablemente el nivel espiritual de la sociedad malagueña y logró implicar a muchos seglares en apostolados heroicos, realizando una labor catequética, caritativa y cultural en los barrios y los campos más abandonados, de ahora en adelante pueda ser llamado BEATO y se pueda celebrar su fiesta en los lugares y, según las normas establecidas por el Derecho, el día 18 de julio de cada año, día de su nacimiento para el cielo.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. 

Dado en Roma, junto a San Pedro en octubre del año del Señor 2018 sexto de Nuestro Pontificado Francisco PP.