La Divina Providencia ha querido que vivamos un Solemne Triduo a todas luces extraordinario. Otro hito más en la historia reciente de nuestra corporación.  

Y culminó en una jornada que será inolvidable para los hermanos de Cristo. 

Pues revivimos el rito que recuerda que la Santísima Virgen no sólo es Madre, sino también Reina. Tuvimos la alegría, el gozo, de vivir un momento de gran intensidad emotiva y de bella liturgia. Tuvo D. Fernando Luque, nuestro Párroco y Director Espiritual, el privilegio de imponerle la Corona. De coronar a Nuestra Señora como Reina legítima de su pueblo de Almogía.  

La Santísima Virgen, aún a pesar de su especial estado de gracia y bendita naturaleza, debió experimentar el sueño de la muerte. Pero Aquel que había pensado en Ella al principio de los tiempos para que tuviese un papel especial en el plan divino de redención no podía permitir que su cuerpo conociera la corrupción de la carne, dado que en las mismas había sido encarnado el Santísimo Cristo. Por eso, con sus Ángeles, fue elevada a los cielos en cuerpo y alma. Y allí coronada por la Santísima Trinidad como Reina de todo lo creado. 

En la Corona que te han ofrecido tus Hijos de María y hermanos y devotos, también van nuestros hermanos que en 1947 resolvieron el proceso, sin el cual no tendríamos la inmensa suerte de poder atesorarte. Y también van todos los hermanos de Cristo que en estos 75 años te han servido y amado. 

¡Viva Nuestra Señora de los Dolores! 
¡Viva la Virgen de los Dolores de Almogía! 
¡Viva la Reina de nuestro pueblo! 
¡Viva la Madre del Santísimo Cristo! 

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