Donación de un grupo de hermanos
Sobre fondo blanco damasco rige una cruz griega azul celeste. En el corazón de la misma va una imagen de la Purísima; una pieza del XVIII bordada en hilo de seda, donde la Santísima Virgen aparece con ropas azul, celeste y blanca. Las manos en actitud de rezo y una larga cabellera suelta. Se posa sobre una media luna tal y como la describe la profecía de San Juan, y con su pie
desnudo aplasta al pecado en forma de culebra. Enmarcada con una mandorla mística donde puede leerse “Sancta Maria, gratia plena, ora pro nobis” . Sigue las medidas de la banderade la Vera-Cruz, así como los motivos de su damasco son similares, algo más enriquecidos. La pieza irá sobre un vástago de metal labrado rematado en punta de lanza propiedad de la Cofradía. Asimismo la corona de la virgen y la media luna son de plata de ley.
Esta pieza ha sido donada por un grupo anónimo de hermanos que han querido que nuestra Hermandad contara en su patrimonio con la exaltación de la Inmaculada Concepción.
La definición del dogma, contenida en la bula Ineffabilis Deus, que nuestro pontífice Pío IX publicara el 8 de diciembre de 1854, dice lo siguiente:
…Para honra de la Santísima Trinidad, para la alegría de la Iglesia católica, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo, con la de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y con la nuestra: Definimos, afirmamos y pronunciamos que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y g
racia de Dios Omnipotente, en atención a los méritos de Cristo-Jesús, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por todos los fieles. Por lo cual, si alguno tuviere la temeridad, lo cual Dios no permita, de dudar en su corazón lo que por Nos ha sido definido, sepa y entienda que su propio juicio lo condena, que su fe ha naufragado…
En el XI Concilio de Toledo el rey visigodo Wamba ya era titulado «Defensor de la Purísima Concepción de María», abriendo una línea de fieles devotos entre los reyes hispanos. Monarcas como Fernando III el Santo, Jaime I el Conquistador, el emperador Carlos V o su hijo Felipe II fueron fieles devotos de la Inmaculada y portaron su estandarte en sus campañas militares.
El rey Carlos III, muy afecto a esta advocación mariana, creó una orden en su nombre (la Orden de Carlos III) y la declaró patrona de sus estados.
España celebra a la Inmaculada como patrona y protectora desde 1644, siendo el 8 de diciembre fiesta de carácter nacional. Durante la celebración de dicha festividad, los sacerdotes españoles tienen el privilegio de vestir casulla azul. Este privilegio fue otorgado por la Santa Sede en 1864, como agradecimiento a la defensa del dogma de la Inmaculada Concepción que hizo España.
Los franciscanos fueron muy fieles a la creencia en la Inmaculada así como a la defensa de la Vera-Cruz y contribuyeron a su arraigo y extensión por todo el mundo. Se declaró fiesta de guardar en toda la Iglesia desde 1708 por orden del papa Clemente XI.