Se podría decir que existen varios tipos de pregones cofrades, cada uno acentuando un aspecto sentimental distinto. Hay pregones grandilocuentes, pasionales, literarios, épicos, dramáticos, líricos… y entre todos ellos un raro género que pocas veces se da y que a falta de una etiqueta que lo defina podrían denominarse como pregones de humanismo vital. Humanísticos porque parecen proceder de esa corriente renacentista que orientaba a los artistas a crear obras a la medida del hombre, creaciones serenas que no buscan el artificio para llegar al espectador. Vitales porque encuentran en la experiencia diaria del hombre el vehículo para trasladar el mensaje, de tú a tú, de forma simple y comprensible.
De manera que el pasado día 23 de marzo, desde el Altar Mayor de la iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción de Almogía el XXVIII Pregón de la Vera+Cruz adoptó esta genuina forma de boca de don Pedro Merino Mata. Un pregón que cautivó a una audiencia que enmudecida asistió a la mágica comunión entre orador y espectador. Un discurso que por su condición llegó sin rodeos al corazón de los cofrades allí presentes, discurriendo con naturalidad y simpleza. El mensaje, el tono, todo lo hacían cercano. Un recorrido por la reciente historia de la Hermandad y por la memoria humana de la misma. Un pregón precedido por la misa en honor al Santo Cristo de la Vera+Cruz en su primer día de Triduo y por un magnífico concierto de la banda de música de la cofradía que prepararon el terreno para que don Pedro Merino regalara a los presentes una narración de belleza singular que anunciaba que un año más, una primavera más, el pueblo de Almogía se disponía a vivir su Semana Mayor, su Semana Santa.