Tal día como hoy, 29 de marzo, pero de 1947, era bendecida la venerada y devota Imagen de Nuestra Señora de los Dolores, hecho de gran relevancia histórica para esta hermandad y que era el culmen de uno de los procesos históricos más llamativos y documentados del devenir histórico de esta corporación. Celebramos gozosos un día de tanta significación para los hermanos de Cristo. Y para ello nada mejor que empezar acudiendo a la propia historia y no a la “mitología” propia, a la que tienen tanta afición en otros sectores. Ya sea en verso, prosa o relato oral interesado. Porque una de las principales razones que han motivado las grandes consecuciones del devenir reciente de nuestra Hermandad es precisamente haber mirado a la historia de frente y haber abandonado los “mitos”. Solo así se podía obtener la valentía para saber claramente lo que siempre fuimos y lo que hemos de ser. A la vista está, en estos últimos meses, todo lo que ello ha supuesto.  

Cualquier persona que conozca la especial idiosincrasia de este pueblo de Almogía sabe que no es pueblo de una devoción. Sino de devociones, en plural. Otra cosa distinta es que los últimos acontecimientos motiven relatos interesados. Y puede ser hasta comprensible, cuando se pretende monopolizar la devoción de un pueblo que claramente no ha mirado en una única dirección. Y eso sin entrar en la que con probabilidad fue la primera en aparecer. Pero esos datos se obvian en las “mitologías” propias. Aunque como dice aquella célebre y trillada frase: la verdad solo tiene un camino. Ese camino se puede adornar, desviar y obstaculizar. Pero nunca podrá ocultarse del todo.  

En la raíz del proceso histórico que desembocó en aquel 29 de marzo existe una pulsión propia de nuestra compleja naturaleza humana. Y desde luego no pocos procesos históricos han tenido de fondo lo mismo. El querer lo que el otro tiene cuando no se ha sido capaz de obtenerlo antes por cuenta propia. E intentar obtenerlo aún a sabiendas de que la pertenencia estaba clara. Por desgracia las consecuencias de la guerra civil en lo que al patrimonio histórico-artístico religioso se refiere, en nuestra provincia y en nuestro pueblo, fueron devastadoras y cambiaron una realidad. En aquellos años la situación era muy distinta y acudir a circunstancias pasadas para sostener unas pretensiones ilegítimas no frenaron a nuestros antecesores, encabezados por nuestro Hermano Mayor D. Manuel Luque, en la firmeza para sostener lo que legítimamente se nos había donado. A pesar de las dificultades, aquel proceso generó una importante documentación que nos permiten comprender muy bien lo que sucedió en aquel mes de marzo. Otros procesos siguen estando mucho más oscuros y generando bastantes dudas. Y claro que “como era natural” no queríamos darla, porque a la “Virgen de Cristo la regaló Candelaria”. Nació el relato interesado y la “mitología” en cuestión de terceras partes y también la voluntad de seleccionar la información. E incluso podemos admitir que también fuese comprensible aquella reacción, de lo contrario estarían admitiendo las ilegítimas pretensiones y eso luego termina empañando la propia historia.   

El caso, para gozo y orgullo de esta Venerable Hermandad, es que después de numerosas idas y venidas e intentos frustrados de detener el legítimo proceso, el Obispado aprobó definitivamente la puesta al culto de la Imagen de Nuestra Señora de los Dolores y que esta Venerable Hermandad fuese su legítima depositaria un 24 de marzo de aquel año. Aquello sí que debió llamar la atención, como bien deja ver D. José Suárez Faura. Algunas veces termina triunfando lo que es de justicia.   

Aquel Sábado de Pasión fue un hito histórico. Pues con la Bendición de Nuestra Señora de los Dolores sería recuperada, por vez primera, la primitiva advocación de los Dolores en la Parroquia. Y toda la difícil situación tuvo un buen término en un día que, al igual que para el Canónigo catedralicio, debió ser inolvidable para los hermanos de Cristo y para nuestro pueblo. Un día en el que no faltó otra citación urgente para resolver las dificultades que, desde luego, no habían partido de nuestras filas. 

Aquel día, contra todo pronóstico, desde la casa de su amable y servicial camarera, Dña. María Torres Díaz, bajó en solemne traslado la Imagen de Nuestra Señora hacia la Parroquia de la Asunción, a las 16:00 horas de la tarde. ¡Cuánto llamaría aquel hecho la atención! Y la bajaron de forma directa y con la seguridad que da el ser conscientes de que se hacía lo correcto.   

Para las 18:00 horas de la tarde se iniciaron los Solemnes Cultos de Bendición de la preciada Imagen. Fue precisamente el M. Iltre. Sr. D. José Suárez Faura, Canónigo de la Catedral de la Encarnación de Málaga y Presidente de la Junta Artística del Obispado, quien no tuvo dudas sobre la idoneidad desde el principio, el que bendijo a la Sagrada Imagen que donó Dña. Candelaria Arrabal. Todo ello, también, al final, con el propio consentimiento del Padre Cura de Almogía, a pesar de la orden que hubo. Todo termina volviendo a su sitio. Fueron Padrinos de bendición D. Manuel Antúnez y Dña. Carmen Corrales. 

Al término del Culto, se entonó una salve y se procedió a venerar la Sagrada Imagen con un Besamanos. Detalles de aquella ceremonia que quedaron reflejados en el díptico que para tal ocasión preparó nuestra Hermandad. 

¡Benditas las manos del anónimo autor barroco que te hizo surgir de la madera, a través de la divina gracia de la inspiración! Tú fuiste el verdadero resplandor áureo. Eres orgullo, Santísima Madre, de tus hermanos en Cristo. Eres devoción, Señora nuestra, de este tu pueblo de Almogía, que te pide que lo ampares y refugies en tus preciosas manos entrelazadas. Gracias, Padre, por ser merecedores de tan preciado y valioso tesoro artístico y devocional. Porque sí, a veces se tiene el privilegio de poseer Imágenes que no solo tienen calidad artística, la cual invita en su sublime naturaleza a conmover los corazones, sino también un evidente poder devocional. Como bien sostenía siempre el Papa emérito Benedicto XVI el cuidado y la calidad de los elementos de la liturgia, en el que evidentemente juegan un papel importante las Imágenes, es fundamental como medio para llegar a lo inefable.     

“Aquel hombre, a propósito de los sucesos tan singulares que allí se habían dado, sacó a relucir un elemento fundamental en todo aquello. La verdad. En todo hecho al que nos enfrentamos hay siempre una verdad. La verdad indiscutible del hecho. Pero también hay verdades interesadas y, por supuesto, mentiras. A aquel hombre le importaba en gran medida la verdad, provocándole desasosiego la mentira. Y me parecieron sinceras sus palabras”.

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