En la historia de Nuestra Señora de los Dolores hay todo un rosario de nombres, de hermanos y hermanas de Cristo fallecidos que contribuyeron de una u otra con su amor a nuestra Amantísima Titular. En los días iniciales de esta importante efemérides, de este LXXV Aniversario, debemos tener presentes a todas esas personas que ya gozan de la presencia inefable de la Santísima Virgen y del Padre. Nombres que no siempre quedaron reflejados en los registros históricos, pero que sí conforman la historia de Nuestra Señora.
En la historia concreta de la Venida de nuestra Titular en 1947 están presentes otros nombres propios, que sí quedaron reflejados por razón de cargo u otras circunstancias. Nombres sin los cuales no se entendería aquel proceso histórico de especiales circunstancias por el que la Divina Providencia nos trajo hasta esta villa de Almogía a nuestra Madre de los Dolores.
Dña. Candelaria Arrabal Antúnez, anterior propietaria de la Sagrada Imagen, que decidió donar la Sagrada Efigie de forma unívoca a esta Venerable Hermandad.
Dña. María Torres Díaz, primera camarera de la Santísima Virgen, que la custodió en su propio domicilio mientras se resolvía el proceso.
Muy Ilustre Sr. D. José Suárez Faura, Canónigo de la Santa Iglesia Catedral de Málaga y Presidente de la Junta o Comisión de Arte Sagrado del Obispado de Málaga, fundamental en la aprobación del proceso y al que debemos la Bendición de la Imagen en la Parroquia.
Rvdo. P. D. Antonio Palomo, párroco que fue de esta villa y que también contribuyó a la resolución del proceso.
Manuel Luque Ligero, Hermano Mayor, y su Junta de Gobierno, a los que les tocó gestionar la venida de la Virgen y Bendición, además de otras circunstancias que se dieron posteriormente.
Manuel Antúnez Conejo y Dña. Carmen Corrales, Padrinos de Bendición de Nuestra Señora de los Dolores.
Y con la mención especial, aunque corresponda a otra etapa, de Dña. Dolores Jiménez Luque, segunda e histórica camarera, de perseverante e incansable labor en su Hermandad, y a los Hijos de María que ya se entregaron eternamente también a sus brazos.
Pedimos a Nuestra Señora de los Dolores que interceda por las almas de todos esos hermanos y hermanas de Cristo fallecidos en estos 75 años de historia y todas aquellas personas relacionadas con la misma. Y también por todos los que formamos la Hermandad hoy, en los diversos colectivos que la integran, para que sigamos mirándonos en el ejemplo que constituye nuestra Madre celestial que, a pesar de todos los sufrimientos, acepta la voluntad del Padre, y para que siempre contemos con su maternal protección.
«¿Quién es esa que surge como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol, imponente como escuadrones con sus insignias?».
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