En la Imagen del Santísimo Cristo de la Vera+Cruz, obra propia de la maestría indiscutible de Ruiz Montes, confluyen tres aspectos: es depositaria de una antigua tradición teológica y artística sobre la Vera+Cruz de Cristo; es Imagen que evoca elementos y características del Titular desparecido en 1936 y del Titular despedido el pasado 11 de septiembre; y la propia esencia del autor, cuya obra también es producto de la contemporaneidad.

El Santísimo Cristo de la Vera+Cruz es la iconografía más completa del arte cristiano. Podemos decir que se trata de un compendio de toda la teología católica sintetizado en una Imagen. En ella además se crea un nexo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, dado que el Árbol de la Ciencia y el madero de la Cruz estarán estrechamente relacionados.

El Santísimo Cristo aparece sobre una Cruz arbórea. Un elemento de gran importancia en esta iconografía. La cruz emula un tronco de árbol no descortezado. Con ello se hace la referencia a toda la historia del surgimiento del Árbol de Vida.

Aparece también con el titulus crucis, como tuvo siempre el Crucificado desaparecido, y también durante bastante tiempo el anterior Titular. De ella pende el Divino Fruto del Árbol. Es importante resaltar la importancia del verbo “pender” en esta iconografía. No solo ya por cuestiones de naturalismo. Sino por aquellas que tienen que ver estrechamente con la metáfora Árbol/Cruz y Fruto/Cristo. El mejor fruto que conociese el bosque, como menciona la Antífona del Viernes Santo, ya maduro y de una naturaleza incomparable, pende del madero de la salvación.

El conjunto del cuerpo y la disposición anatómica contribuyen a crear ese efecto de Fruto que pende. El cuerpo, en líneas generales, tiene numerosas evocaciones al Santo Cristo desaparecido. En las manos encontramos una evocación al anterior Titular de 1942. En el antiguo los dedos aparecían abiertos. Y en el segundo Titular aparecen recogidos.
La cabeza, sobre la que aparece la corona de espinas, muestra inclinada hacia el lado izquierdo, desde la perspectiva del espectador, como ha sido habitual siempre en la tradición de estos Crucificados. Las rodillas están flexionadas hacia la parte derecha, también desde la perspectiva del que lo contempla.

La iconografía de la Vera+Cruz tiene también un importante carácter alegórico a la Eucaristía. El Divino Fruto es el Cuerpo, el Pan de Vida que se entrega por todos. Y tendrán también especial importancia las Cinco Llagas, de las que mana la Sangre, el Vino que se derrama por nosotros. Estas Cinco Llagas se asimilan con las flores del Árbol. Y también es relacionada la Preciosísima Sangre, siguiendo la conexión con esa metáfora del Árbol, con el néctar.

El perizonium, o paño de pureza, presente en los dos Titulares anteriores, evoca de forma más evidente, por su mayor abertura, al de la Imagen desaparecida. Una tela ligera, que hace pliegues, y que se sostiene con un cíngulo. Permite contemplar la anatomía en la parte izquierda.

Ruiz Montes presentó el boceto sobre una peana que evocaba el lugar del sacrificio y sobre todo a la historia de la Vera+Cruz. Por ello aparecían las raíces del Árbol de la Cruz. Y la calavera de triple significado: a) como referencia a la calavera de Adán, de la que nacería el magnífico Árbol; b) como referencia al lugar en el que se produjo la inmolación, el Monte Calvario; c) y como alusión al Triunfo de la Cruz sobre la Muerte.