Nuestra Señora de los Dolores, por los méritos de las Siete Espadas que hubieron de atravesar tu Inmaculado Corazón por el cumplimiento del plan divino de redención, te pedimos, nosotros tus siervos, que seas nuestro amparo y refugio en las contrariedades de la vida. De forma que nuestros pesares, nuestros dolores, queden depositados en tus puras manos entrelazadas y seas el consuelo para nuestra alma. “Por tus Dolores, ten compasión. Pide y alcanza nuestro perdón”. Amén.

“Dame tu mano, María…

Clávame tus siete espadas

en esta carne baldía.

Quiero ir contigo en la impía

tarde negra y amarilla.

Aquí en mi torpe mejilla

quiero ver si se retrata

esa lividez de plata,

esa lágrima que brilla.

Déjame que te restañe

ese llanto cristalino,

y a la vera del camino

permite que te acompañe.

Deja que en lágrimas bañe

la orla negra de tu manto

a los pies del árbol santo

donde tu fruto se mustia.

Capitana de la angustia:

no quiero que sufras tanto…”.

Gerardo Diego.